Relatos literarios de los institutos

Relatos literarios de los institutos

A continuación, trascribimos dos párrafos de dos obras literarias que relatan las experiencias juveniles en los institutos durante el siglo XX. El primero pertenece al escritor y dramaturgo francés, Jean Genet; el segundo pertenece a “Las tumbas” de Enrique Medina, editado en la Argentina en los ´70.

“Viví ocho días en la imprecisión de la llegada, familiarizándome con la disciplina y el régimen de la Central. Régimen sencillo, vida que sería fácil, no fuera vivida por nosotros. Levantarse a las seis. Un boqui abría la puerta, íbamos a buscar al pasillo empedrado  los pingos que habíamos dejado a la víspera antes de irnos a acostar. Nos vestíamos. Cinco minutos en el lavabo. En el refectorio bebíamos un caldo y nos íbamos al taller. Trabajo hasta mediodía. Volvíamos al refectorio hasta la una y media. Otra vez al taller. A las seis, rancho. A las siete, la galería. Acabo de escribir exactamente el horario de Mettray. Los domingos nos quedábamos en los talleres, inactivos, leyendo a veces las nomenclaturas de las abadesas nombradas por real decreto, que reinaron en Fontebrault. Y para ir al refectorio, al mediodía, atravesábamos patios de una tristeza infinita, tristes por el hecho del abandono que consagra a la muerte fachadas de un Renacimiento admirable”.

“Milagro de la Rosa” de Jean Genet, Ed. Debate, Madrid, 1980, p. 20

“Al terminar de comer también rezaron. Formé con todos y enfilamos para los dormitorios. Yo tuve que esperar parado contra el armario gigante con los brazos cruzados en la espalda y la cabeza colgándome para atrás. Así y todo podía ver lo que pasada en uno de los dormitorios.

Primero se paran al pie de la cama, todos mirando para el fondo. Sarita, desde la puerta, les va gritando las órdenes.

—¡Zapatos!

Se sacan los zapatos y las medias y se ponen los zuecos de madera. Vuelven al pie de la cama.

—¡Camisas!

Se sacan las camisas, las doblan y las ponen sobre un banquito chiquito que está al lado de la cama.

—¡Pantalones!

Se sacan los pantalones y los dejan doblados junto a la camisas.

—¡Camisetas!

Se sacan las camisetas. Siempre paraditos al pie de la cama como buenos soldaditos de plomo.

—¡Camisones!

Los sacan de abajo de las almohadas, se los ponen y dejan resbalar los calzoncillos. Los ponen doblados con la otra ropa.

—¡Primera fila!

Y la primera fila se encamina para el baño.

—¡Segunda!

—¡Tercera!

—¡Cuarta!”.

“Las tumbas” de Enrique Medina, Ediciones de la Flor, Buenos Aires, 1972.